Entre los próximos días 19 y 21 de noviembre Barcelona acoge el Congreso mundial Smart City Expo. Un certamen que pretende reflexionar y experimentar sobre la relación entre las personas, la tecnología y las ciudades. Y es que la tecnología modificará las poblaciones y las sociedades. Pero, ¿de qué manera lo hará? ¿Mejorará nuestra vida o nos traerá nuevos problemas?
Tanto la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) como las Naciones Unidas definen las llamadas smart cities como espacios que se basan en la eficiencia y el bienestar y que utilizan la tecnología para mejorar las condiciones de vida, influyendo en diversos ámbitos. Aquí te ponemos 6 ejemplos de cómo ya lo están haciendo.
1. La economía. Las smart cities centran su desarrollo económico en la innovación, la investigación y el emprendimiento. Las nuevas tecnologías agilizan muchos procesos productivos, pero también nos obligan a realizar consideraciones desde un punto de vista ético. Hay que pensar en el reemplazo de algunos tipos de trabajos que hoy hacen personas y que podrían verse suplantados por la tecnología; lo que supone un problema social, dado que esos trabajadores se verán fuera del esquema laboral. Por lo tanto, la Internet of Things mejora la producción y acelera una cuarta revolución industrial que puede ser positiva pero que a su vez puede generar un conflicto social.
2. El medio ambiente. Las nuevas tecnologías afectan positivamente al desarrollo sostenible de las ciudades, que fomentan la construcción de edificios verdes y el uso de energías alternativas.
Por ejemplo, la tecnología está cambiando el modelo de alumbrado público. A día de hoy, la Internet of Things permite instalar sensores en las farolas para que se enciendan solo cuando detecten la presencia de personas. Así, se hace un uso más eficiente de la energía, y además, se puede aumentar la instalación de alumbrado en zonas menos habitadas, suponiendo un ahorro a medio y largo plazo.
La tecnología también ha mejorado el suministro de agua y luz. ¿Cuánta agua se consume en una ciudad? Los sensores permiten hacer un seguimiento no solo del consumo efectivo, sino también de sus necesidades de saneamiento y tratamiento. Además, si lo aplicamos a los contadores de agua y luz y les añadimos inteligencia artificial, cualquier empresa o institución pública podrá analizar sus recursos, detectar patrones de consumo y anticiparse a necesidades futuras.
3. La inteligencia artificial también puede medir la actividad de recogida de basura en determinadas zonas y predecir una gestión eficiente. Por ejemplo, un ayuntamiento puede detectar si una zona produce mucha más cantidad de residuos e intensificar su recogida.
En este ámbito, destacan modelos como el de la ciudad de New Songdo, en Corea del Sur, dónde todos los residuos domésticos son ya aspirados directamente de las cocinas individuales a través de una red de túneles.
4. La Movilidad. La gestión del tráfico es uno de los grandes retos a los que se enfrentan los municipios: todas las grandes ciudades están inmersas en redirigir el tráfico en el centro urbano y descongestionarlo. Gracias a la instalación de sensores, las administraciones pueden medir en tiempo real la congestión de tráfico y predecir qué puntos pueden ser más conflictivos en determinadas situaciones. Con ello, las ciudades no solo podrán evaluar el tráfico en el centro urbano, sino también saber hasta qué punto las vías de transporte alternativas están surtiendo efecto o, por el contrario, están congestionando otras zonas. Inclusive, también podrán evaluar si sus aparcamientos son realmente útiles o eficientes.
Dentro del fomento del transporte público, las smart cities están introduciendo nuevos sistemas de movilidad como las motos eléctricas, las bicis a demanda o incluso los patinetes. En este caso, los sensores permitirán rastrear su ubicación en todo momento, su consumo, su autonomía, etc.
5. Bienestar social. La tecnología nos permite agilizar acciones recurrentes, como pagar en los establecimientos, un gesto que hoy ya hacemos con el teléfono móvil y que, en pocos años, quizás podamos hacer sólo con la mano. Pero para que sea efectivo las ciudades deberán integrar mecanismos que proporcionen soluciones de autenticación y gestión de identidades para garantizar un entorno urbano seguro y protegido.
6. La tecnología también influye en ámbitos como la salud de las personas o la seguridad. Un ejemplo es el sistema aplicado en algunas ciudades inteligentes en las que se han puesto en marcha mecanismos con cámaras para evitar situaciones de criminalidad y acoso. Pero este modelo también nos obliga a hacer una reflexión: ¿Hasta que punto la mejora de la seguridad nos limita nuestro derecho a la intimidad?
Barcelona se sitúa hoy en el Top 25 de las ciudades más Smart, según el Smart City Index de la Consultora inmobiliaria CBRE. Withfor, como empresa responsable y comprometida con la innovación, también está implicada en la mejora social y de gestión a través de las nuevas tecnologías. Porque estamos convencidos que, entre todos, tenemos la oportunidad de adaptarnos y aprovechar las ventajas que nos ofrecen las TiC para repensar las ciudades, haciéndolas más equilibradas y sostenibles.